Hay que jugar para ponerse serio, decía Aristóteles…
Cuando era niña imaginaba que los envoltorios de comida tirados en el suelo no le hacía bien a las hormigas que tanto me fascinaba observar. Luego, me cuestionaba sobre qué pasaría si todos botáramos los papeles al suelo todos los días … Voilà! Esa imagen fue la que motivó mi juego favorito de infancia, cuidar el medio ambiente. En ese momento ignoraba lo serio que serían los desafíos que enfrentaría la Tierra en el futuro, tales como el cambio climático, la contaminación de los suelos y el agua, la degradación de la atmósfera y la pérdida de la biodiversidad.
El impacto del bienestar
Los humanos siempre buscamos mejorar nuestra calidad de vida. Pero, ahora mientras alcanzamos el bienestar también debemos enfrentar los desafíos planetarios. Todas las actividades humanas usan y transforman recursos naturales, como aire, agua, suelo y otras formas de vida en la Tierra, para nuestro beneficio. Por ejemplo, al respirar extraemos el oxígeno del aire y expiramos dióxido de carbono. De modo que sería posible determinar el impacto ambiental de la respiración si cuantificamos el cambio en la composición del aire como respuesta del intercambio de gases. El cambio en la disponibilidad de un recurso como consecuencia de nuestras acciones es lo que llamamos impacto ambiental.
Algunas veces el impacto ambiental es indirecto e incierto, ese el caso del cambio climático. Entender la influencia del hombre en el clima no fue fácil. Pero adoptemos esta definición de cambio climático en 50 palabras:
«La Tierra transforma la energía lumínica visible de la luz solar en energía lumínica infrarroja, que abandona la Tierra lentamente porque es absorbida por los gases de efecto invernadero. Cuando las personas producen gases de efecto invernadero, la energía sale de la Tierra aún más lentamente -aumentando la temperatura global«
traducido de: howglobalwarmingworks.org
En consecuencia al aumento de la temperatura global, se han desencadenado una serie de fenómenos climáticos que crean incertidumbre en torno a la disponibilidad de recursos naturales para el futuro. Por lo tanto, las medidas que tomemos hoy para reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y cuidar el planeta determinarán nuestro bienestar mañana.
Come, muévete, descansa
Pensemos en nuestra rutina diaria. Partimos por despertar, comer algo y desplazarnos a estudiar/trabajar. Luego, regresar a casa, comer, dormir y el ciclo parte de nuevo! En resumen, las principales actividades que gobiernan el cotidiano son el sueño, la comida y el transporte. Uno diría que nuestro mantra es ‘come, muévete, descansa’. Ahora bien, regresemos al meollo del asunto. Si pensamos a escala social, podríamos decir que la comida que comemos, los medios de transporte que utilizamos y los inmuebles que habitamos son aspectos dominantes de nuestra vida y terminan siendo determinantes para La Vida en la Tierra. Las cifras claves de nuestra huella ecológica global así lo revelan, sumando las emisiones de GEI provenientes de la agricultura (18.0%) , el transporte (16.2%) y los inmuebles (17.5%) vemos que nuestras acciones pueden tener un efecto sobre casi el 50% del cambio climático. Esta evidencia es el motor para compartir información sobre los caminos hacia una sociedad sostenible. Solo hay un planeta, manos a la obra!

Referencias
Hannah Ritchie and Max Roser (2017) – “Emissions by sector”. Publicado online en OurWorldInData.org. Extraído de: ‘https://ourworldindata.org/emissions-by-sector’ [Recurso Online]
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